Así que uno viene a este mundo de dementes y va disfrutando el paseo, conoce lo que el tiempo y las circunstancias le permiten conocer, hace amigos, se casa, tiene hijos, nietos, se compromete con los demás, compra casa, carro, ropa, viaja, se encariña con personas y lugares, hace que las personas se encariñen con uno y así sucesivamente. Pero nadie se acuerda de que Dios lo mandó a uno para acá totalmente desnudo, solo e indefenso con la única tarea de regresar al sitio del que viniste. Pero no, a uno se le olvida lo importante.
Hay un detalle crítico y es que entre todos nos comunicamos, todos nos relacionamos con todos, hacemos acuerdos, tratados, nos organizamos por naciones, construimos edificios, deforestamos bosques enteros, gastamos el agua potable, contaminamos el planeta, nos insultamos... Pero eso nadie lo recuerda hasta los últimos minutos antes de montarse en el avión de regreso; después de ver el desastre que es este mundo y lo mal que hicimos nuestro viaje, lo único que agradecemos es ir de vuelta a casa. Y da la casualidad de que nada de lo que hicimos o adquirimos se va con nosotros.
Entonces cuando naces todos sonríen y tú lloras pero cuando mueres todos lloran y tu sonríes... Vaya confusión la que se tiene hoy en día, ¿no?
Pero, ¿de dónde venimos? Esa sería la pregunta interesante. A partir de allí creo que decidimos cómo llevar nuestra vida y hacemos nuestra propia percepción del todo y construimos la realidad que deseamos vivir.
ResponderEliminarA veces, con ciertas creencias, se asume que el paraíso y la felicidad están después de la muerte, o de regreso a casa, como sueles llamarlo. De ahí los conformismos y la aceptación de los infortunios como decisiones de entes como el destino, por ejemplo. Es un tema polémico, y en el que no debemos intentar convencer a nadie.
Blues Deluxe