Hugo Rafael Chávez Frías tiene cáncer. Esa es la frase que repiten en todo rincón del territorio venezolano. Y si escuchas con más atención, también encontrarás otras más o menos así: "ese coño de su madre se va a morir", "que se termine de joder el hijo de puta ese", "que bueno que le dio cáncer al mal parido ese, a ver si se termina de joder de una buena vez y nos deja en paz", "¡¡por fin coño, ojalá se muera rápido el pajúo ese!!"...
Ahora yo me pregunto... ¿Por qué carajo hay que celebrar la enfermedad de alguien? No defiendo, para nada, a Chávez, ni soy su seguidora, ni me parecen justas muchas de las cosas que ha hecho, no me gusta su tono de voz, ni la manera con la que se expresa, ni su verruga, ni su uniforme, ni sus fotos en cada carretera, automercado, comercial televisivo, valla publicitaria ni en el aeropuerto de Maiquetía, dónde por cierto, estás llegando de viaje, medio deprimido porque regresas a este verguero o feliz porque vas a ver a tu familia después de mucho tiempo y lo primero que te ponen es una foto de Chávez con una sonrisota. Coño... No es necesario, de verdad. Pero, a pesar de detestar muchas cosas de este señor y su gobierno, hay algo que se llama RESPETO.
El respeto es un valor que a todos nos inculcan (o deberían) desde que somos niños, y representa, no más que el hecho de valorar a los demás, acatar su autoridad y considerar su dignidad. Como dijo Benito Juárez hace tiempo: "Entre los hombres así como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno, es la paz.” Y no hay palabras más ciertas y que encierren tanta sabiduría como esas. Lo que entristece, es que los pocos que ganamos ese valor, lo perdemos con el paso de los años. Y eso está mal, está muy mal... Porque esa palabra tan sencilla es lo ÚNICO que necesita Venezuela. O, ponte tú que no sea lo único, pero es lo prioritario.
¿Cuántos de ustedes han vivido junto a un ser querido, la evolución de esa enfermedad?, ¿cuántos de ustedes han tenido amigos, familiares o pacientes, que cada día se deterioran más y más, producto del cáncer?, ¿cuántos han sufrido la muerte de un ser querido como consecuencia del cáncer?, ¿cuántos han tenido o tienen cáncer?...
Si no lo has vivido, no conoces lo que se siente, ni sabes lo triste y deprimente que es ver a alguien morir lentamente, no has podido ver como se demacra su rostro y su cuerpo en medida general, nos has conocido a la familia de esa persona antes, durante y después de la enfermedad. Ni sabes lo que sienten, ni cómo sufren. No has podido observar la disminución de Esperanza en sus rostros con el paso de los días.
Es terrible. Es desgarrador.
Dicho esto y según mi juicio, NADIE debe desear a otra persona su muerte y MUCHO MENOS como producto de esta enfermedad tan cruel. Ni siquiera al peor de los ladrones, ni al más temido asesino. La muerte no se le desea a nadie.
Y vuelvo y repito, NO soy Chavista. Pero tengo sentido común.
Espero que se recupere y si muere, sea por otra causa, no por cáncer.
GP.
Buen punto de reflexión..., el rescate de valores; hiciste hincapié en el respeto, fundamental para la paz y concordia.
ResponderEliminarA mi humilde entender necesitamos recuperar "la educación de la casa", esa cosa arcaica y vetusta que los psicopedagogos/psicólogos/psiquiatras/sociologos/educadores "modernos" llaman educación/formación en valores y antivalores".
Cada tanto, para avanzar, hay que volver a lo básico..., es tiempo de hacerlo.
¡Feliz año!
Todo lo mejor y un Mol de bendiciones.
¡Salud!.
Tienes toda la razón, es cuestión de valores y de respeto, pero debo confesar que a veces pienso así, que merece la enfermedad que tiene, pero después hago una pausa y me arrepiento de esos pensamientos, los cuales gracias a Dios no son recurrentes.
ResponderEliminarEste fue el escrito que me trajo aquí hace un tiempo luego de juntar, separar, mover, arrimar y tal vez hasta inventar palabras en Google. La intención se me presentó como una poderosa combinación de bondad y valentía. Necesito felicitarte por eso y por ser, en esencia, lo que quería y necesitaba leer en ese momento.
ResponderEliminarSólo agrego una pequeña idea para que pongas en la balanza: Más que respeto hacia alguien, ¿no te parece que todo se trata de higiene interior? Uno se levanta y se cepilla los dientes, se limpia todo lo que se deba limpiar. Algunos, incomprensiblemente para mí, se bañan en las noches y no en las mañanas, pero el punto es que cuidamos, algunos tal vez en menor grado que otros, nuestra higiene exterior. ¿Por qué no procuramos TODOS cuidar nuestra higiene interior SIN BUSCAR EXCUSAS ajenas a nuestro propio ser para no hacerlo? Si yo me cepillo los dientes dos o tres veces al día, también puedo arrancar de mi existencia la mezquindad y todo lo que me ensucia, no para sentirme mejor que nadie, sino para sentirme limpio.
Después de cumplir cierta edad, todos empezamos a sentir esa necesidad de higiene exterior. Podemos y debemos cada uno, sólo para uno mismo, para disfrute personalísimo, empezar a acostumbrarnos a la higiene interior como idea y como objetivo no negociable.
Mucha razón tienes en lo que expones. El respeto hacia los demás es algo tan imprescindible como el respeto que nos debemos a nosotros mismo. El que le desee a otro la muerte por cáncer de seguro tiene una enfermedad muchísimo peor en el corazon. Tiene el alma podrida, si es que aun le queda algo de ella.
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