Anoche les prometí que escribiría en mi blog... Les pedí que me propusieran algunos temas y me llegaron algunas sugerencias, entre ellas: cómo es para mi la persona ideal, qué opino de mi país, alguna anédcota de mi vida, actividades que me gustan, mi inspiración al momento de escribir y otros temas que no recuerdo...
Para que todos quedemos contentos, complacidos y satisfechos, he decido hablar sobre todo eso que propusieron, englobándolo en un mismo tema... Y como dice el título, hoy voy a hablar de Caracas, de Venezuela... De las personas que aquí habitamos, de nuestros sueños, de nuestros miedos...
Y más o menos así comienza la cuestión...
La Gran Caracas cuenta con una población superior a los 5.5 millones de habitantes, lo que representa casi una tercera parte de la población total nacional... Si, bastantes personas, verdad? Pero, ¿qué me dirías si te cuento que, de esos 5.5 millones de habitantes, al menos 4.2 millones viven en total y absoluta pobreza? Sin viviendas dignas, ni un buen sistema educativo, sin servicio de salud pública en condiciones óptimas para garantizar su vida, el transporte público y el sistema de vialidad son totalmente paupérrimos, los salarios no alcanzan ni para comer y si hablo de los servicios básicos; agua, luz, teléfono, aseo urbano y demás, me quedaría sin dedos en mis manos, de tanto escribir lo que ocurre con eso... Todo un desastre. ¿No es así?.
Ahora bien, la gente no tiene trabajo, no tiene dónde vivir, no hay educación ni religión, amor, cultura, esperanza, no hay Fé... Lo único que hay es hambre, necesidad y desesperación, lo cuál, conlleva a robar y, lamentablemente, en el peor y a su vez, en la mayoría de los casos, a matar.
No soy quién para juzgar a los demás, ni para condenar a nadie por cometer actos delictivos. Yo no conozco las necesidades de esas personas, no vivo sus tragedias, ni duermo sin comida en mi estómago, ni tengo una madre, una esposa y tres hijos que mantener... No vivo en lo más alto de un barrio ni tengo que cargar galones de agua para poder bañarme y cepillarme los dientes, no tengo que bajar 1.500 escalones para poder montarme en un autobús que me lleve a trabajar todo un día a un sitio en el que gano, como mucho, 1.000 Bs. al mes... ¿Cómo demonios vive, dignamente, alguien con ese panorama?
Yo, Gabriela Isabel Rodríguez Pastor, entiendo a esos que roban por necesidad, entiendo a los que matan por miedo, entiendo a esos que corren, a los que se esconden, a los que sufren en silencio y muestran su caparazón de rudeza en defensa personal... Los entiendo, no los defiendo, ni los apoyo... Pero los entiendo.
Y si, créanlo o no, esto es lo que a mi me inspira al momento de escribir... El saber que, así como yo, hay personas con empatía, que entienden a los demás, comprenden lo que está pasando y quisieran hacer algo para que estas situaciones mejoraran, para que nuestro país salga adelante...
Y ¿cuál es, para mi, la persona ideal? La que tiene esa capacidad humana para protestar, de manera pasiva, por los derechos de todos los ciudadanos de su país, independientemente del que sea. La persona ideal es la que lucha incansablemente por mejorar la vida de todos y no sólo la suya, la que arriesga su propia vida por salvar la de alguien más, los que, valientemente, se enfrentan a grandes riesgos cada día y salen victoriosos! Los que creen y tienen Fé, los que quieren una Venezuela bonita, de todos unidos caminando hacia adelante, no de todos pa' atrás. Esa es, para mi, la persona ideal.
Y las anédcotas de mi vida, son las mismas de la vida de cada uno de ustedes... Basta con salir a cualquier calle o avenida principial y pasar entre 10 y 20 minutos observando todo lo ocurre... Háganlo. Y ahí tienen mis anédcotas de todos los días en vivo y directo...
Ah! Y, ¿qué es lo que me gusta hacer? Pues muy sencillo... Absolutamente todo lo que acaban de leer y el hecho de poder escribirlo y compartirlo con ustedes.
Quién no arriesga... Ni gana, ni pierde.
GP.